Hay en el Cono Sur un inagotable territorio poético y yo, estudiante del Departamento de Estudios Hispánicos de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (PUCPR), tuve la oportunidad de conocerlo con apenas 20 años de edad. El 1 de febrero de 2016 comenzó mi aventura como participante del programa de intercambio estudiantil en la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC). Esto fue posible gracias a Gilman Scholarship y la beca para intercambistas que ofrece el Banco Santander en convenio con la PUCPR. Para ambas becas el proceso de solicitud fue arduo y requirió de muchísima preparación, pero el esfuerzo y la dedicación hicieron que gracias a estas becas y a la gestión de la Oficina Institucional de Relaciones Internacionales (OIRI) mi sueño de viajar a Chile se convirtiera en realidad.
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En primer lugar, mi motivación principal para realizar el intercambio proviene de un interés sociológico en la realidad chilena, su historia y su política. Este interés particular me impulsó a querer sentir el país, vivirlo y conocer su gente: estar ahí en la coyuntura histórica que habita en los pueblos latinoamericanos. En efecto, fue un proceso intenso conocer la realidad fuera de los libros de texto y visitar el Museo de la Memoria, el Museo de la Solidaridad, Londres 38 (centro de tortura que operó durante la dictadura) y muchos otros lugares decisivos en la memoria e identidad del pueblo chileno. En ese encuentro con el verdadero rostro de América pude sentir el grito de la lucha mapuche, pude ver la fuerza de la movilización estudiantil en el ceño fruncido de quienes ahora marchan al hombro de los más jóvenes, sentí en mi piel la tortura de los detenidos desaparecidos por la dictadura y vi esa memoria silenciada pasearse entre las calles más bohemias de Santiago. Pero también vi la esperanza, la alegría y la realidad maravillosa que nos es cotidiana como mencionaba Carpentier. Descubrí lo hermoso del rostro andino y el júbilo de la Pachamama abriendo su pecho para nuestro deleite. Pero no todo fue paseo y admiración, puesto que tuve que sumergirme en la vida universitaria.
Por un lado, mi carga académica constó tanto de cursos presenciales como cursos en línea. Los cursos presenciales fueron cuatro en total: Ética social, Mujer y sociedad en Chile – siglo XIX y XX, Literatura española I y Seminario de Investigación de Psicoanálisis. Aparte de estos, tomé un taller extraprogramático de Fotografía y un curso en línea de Biología. Dichos cursos me dieron la oportunidad de conocer con mayor profundidad el sistema educativo, la literatura, la cultura y la historia chilena. Todos fueron excelentes cursos y la facultad siempre mostró disponibilidad para ayudarme en mi proceso de inserción en un sistema educativo totalmente distinto al de mi país, por lo que estoy inmensamente agradecida con la docencia de la PUC. Deseo expresar, además, un especial agradecimiento a la Dra. Ana María Solís, quien fue la encargada de guiarme en el desarrollo de mi investigación titulada “La libertad de consumo del sujeto hiperindividualista desde el psicoanálisis”. Dicho seminario recibió una excelente evaluación por parte del jurado y tuve la oportunidad de exponerlo en la Facultad de Psicología de la PUC como resultado de una invitación recibida por la facultad. Toda esta vida universitaria se complementó de una excelente manera con la Comisión de Acogida (CAUC) para extranjeros, la cual se encargó de realizar fiestas, viajes y otras actividades para el disfrute de los intercambistas. Fue así como conocí estudiantes de Francia, Italia, Corea, China, Estados Unidos, Inglaterra, Colombia, México, entre otros. Gracias a CAUC, se crearon lazos de amistad entre nosotros y pudimos disfrutar de muchas maravillas chilenas que quizás no hubiésemos conocido sin la gestión de la comisión.
Por otro lado, la experiencia cultural hizo de mi intercambio una oportunidad única de desarrollo como estudiante, escritora y como gestora cultural de Las Musas Descalzas, organización sin fines de lucro puertorriqueña. Tuve la dicha de coincidir con celebraciones del patrimonio cultural, ferias del libro, festivales de artesanía, de comida y de bailes típicos tanto de Chile como de otros países de Sudamérica. No solo conocí una gran parte de Chile, sino que también pude visitar a Isla de Pascua, el norte de Argentina, Perú y en Ecuador, Guayaquil y las Islas Galápagos. Dicho recorrido cerró con broche de oro esta experiencia estudiantil añadiéndole un atisbo de experiencias latinoamericanas desde una realidad distinta fuera de Chile.
Finalmente, deseo añadir que este intercambio me ha reportado grandes beneficios tanto a corto y a largo plazo. Mi cosmovisión cultural y espiritual se ha ampliado muchísimo, he forjado grandes lazos de amistad y he desarrollado nuevas destrezas académicas y profesionales. Pude recopilar contactos para futuras actividades académicas, proyectos, conferencias e investigaciones que prontamente estaré gestionando en coordinación con la PUCPR, sin mencionar todas las colaboraciones que realizaré de manera independiente como escritora y gestora fuera de la universidad. Es por esto que invito a la comunidad universitaria a que aprovechen estas experiencias que ofrece nuestra universidad. Si bien es cierto que realizar un intercambio estudiantil tiene muchísima importancia para el currículo, el enriquecimiento cultural ocupa un lugar primordial en el proceso de inserción a un país distinto. Las ayudas económicas están disponibles y el personal de OIRI siempre está dispuesto a ayudar al estudiante, solo falta la motivación para hacerlo y disciplina para completar el proceso.
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